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El riesgo de Modelo

Dr. Benjamín García Martínez

27 de julio del 2022

 Siempre se discuten los modelos de administración de riesgos financieros, más cuando las instituciones financieras, responsables de la intermediación financiera y de la administración de ellos diseñan productos, cada vez más sofisticados para administrarlos.

Los reguladores intentan establecer los métodos que permitan, ante situaciones extremas, enfrentar de manera adecuada los riesgos y evitar, no solo una crisis financiera, sino los quebrantos que comprometen la riqueza de las personas. El riesgo de mercado, de crédito, de liquidez, operativo, debe atenderse, sin duda.

Las siguientes líneas son una reflexión sobre lo que llamamos el riesgo de Modelo; no es una propuesta de modelos de riesgo.

El riesgo de Modelo

El trabajo de Javier Izquierdo (2000) explora sociológicamente el problema del riesgo de modelo. El riesgo de modelo refiere a pérdidas monetarias producidas por el empleo de modelos matemáticos defectuosos de medición y control de riesgos de inversión. 

El riesgo de modelo es de hecho un componente esencial en la valuación e intercambio de productos financieros derivados tales como los futuros, las opciones y los Swaps. De forma más general, el riesgo de modelo supone un desafío para la confiabilidad de los sistemas de control interno de riesgos, en la operación de los sistemas bancarios en el mercado bursátil, planteando en última instancia problemas decisivos para la eficacia y la credibilidad de los propios sistemas de supervisión pública.

En respuesta a este desafío, y bajo la apariencia de un proceso de desregulación administrativa destinado a gestionar de modo más flexible los nuevos riesgos de segundo orden (del modelo), durante la década de 1990 tuvo lugar una reforma radical de la metodología tradicional de los sistemas públicos de supervisión de riesgos bancarios. Dicha reforma arroja como resultado provisional el triunfo de una nueva generación de procedimientos burocráticos indirectos de verificación y certificación pública, cuyo representante más genuino son las auditorías de calidad a los sistemas de control de riesgos.

Lo que resalta en el trabajo de Izquierdo (2000) es que los supuestos y especificaciones de los modelos de medición y administración de riesgos, pueden conducir a mayores problemas de los que quieren prevenir.

En ese sentido, el riesgo de modelo es un efecto perverso, como menciona el autor, de reflexibilidad social de tipo estadístico, esto es, el uso retroactivo (para confirmar o rectificar) por parte de los sujetos, al tomar las cifras estadísticas como el principal insumo en sus procesos individuales de decisión.  “Esta reflexibilidad supone que las metodologías se basan en modelos estadísticos, donde las cifras son la condición misma de su sustento” (Izquierdo, 2000: pag.102).

Así, el uso de los modelos matemáticos de riesgo financiero es de dos tipos:

1) El uso industrial (la industria financiera) busca obtener rentas monopólicas al desarrollar estrategias competitivas desplegadas por las empresas proveedoras de servicios financieros. Dentro de este sistema de proveedores, se articula la innovación de productos y servicios financieros en mercados globales, la confiabilidad de las modelos e inferencias econométricas debe cumplir además con los requerimientos de capital exigidos por la regulación.

2)  El ámbito de la supervisión financiera que busca vincular la conexión de los modelos internos de la gestión empleados por las corporaciones bancarias con la suficiencia de sus reservas preventivas.

Una afirmación importante que resalta Izquierdo es que: “El riesgo de modelo es producido por una mala especificación del modelo teórico o por el uso de un modelo, que pudiendo ser apropiado, se usa en un marco o entorno inadecuado o para un propósito equivocado.” (2000, pág. 107)

Por ejemplo, los modelos de valuación basados en el concepto de equilibro, sufren problemas de consistencia cuando se enfrentan con las estructuras y procesos del mundo real, de intercambio en los mercados financieros y de administración de riesgos de las empresas, donde las imperfecciones de los mercados son la condición. 

De modo que los modelos de equilibrio asumen que los mercados se componen de agentes individuales que no pueden influir en forma sustancial sobre sus competidores o manipular las cotizaciones, lo que contrasta con el contagio imitativo y el comportamiento en “manada” que existe en el mercado. A esto podemos sumar, que la información no es totalmente pública y sin costo.

Como resultado de la innovación constante y de los problemas de riesgo inherentes a los modelos, se ha buscado la fijación de estándares públicos de modelización estadística de la modelización estadística del riesgo financiero y se ha convertido en el principal método de vigilancia y control público (Basilea I y la exigencia de “capital regulatorio”).

De esta manera, a medida que se producen innovaciones de productos y servicios financieros de inversión y se hacen accesibles a la banca comercial y diferentes instituciones de crédito, la compra-venta de contratos bursátiles y operaciones con derivados financieros toman terreno en las operaciones de crédito tradicionales. Surge entonces el temor de que esta banca minorista se vea afectada por el riesgo de mercado.

Este riesgo de mercado implica que un movimiento adverso en los precios de los valores negociados y en poder de las instituciones de crédito, ocasionen una cantidad considerable de pérdida en la transacción bursátil, en las carteras de instrumentos negociados.

Podemos resumir que las entidades supervisoras acuerdan un enfoque basado en “modelos internos”, a partir del uso de modelos conocidos como Valor en riesgo (VaR) ante:

1)     La desregulación e integración del mercado global de capitales.

2)     La búsqueda de una solución a la creciente exposición acompañada de una constante innovación de productos y servicios financieros a que están expuestos los bancos comerciales y demás instituciones de crédito.

“Los modelos VaR son en realidad una generalización de la teoría clásica de la formación de carteras eficientes diversificadas con las que se pretende atacar un problema práctico: cómo determinar la cantidad máxima de pérdidas financieras, esperadas con una probabilidad significante y con un nivel de confianza estadística dado, que podría llegar a sufrir una cartera de valores apropiadamente diversificada a lo largo de un periodo de tiempo dado, como consecuencia de un movimiento adverso y pronunciado en los precios financieros coordinado a través de diferentes tipos de instrumentos, plazos y mercados”  (Izquierdo, 2000: pag.1q2 ).          

La tipificación y modelación de los riesgos financieros ha avanzado y presenta recientemente la incorporación de una dimensión esencial: la de la calidad crediticia y, por lo tanto, la diversa probabilidad de incumplimiento de los distintos prestatarios; lo anterior llevó a una revisión de los requerimientos de capital y los mecanismos de supervisión discrecional de los modelos internos y una mayor disciplina de mercado (Basilea II).

El estudio y análisis de Izquierdo (2000) no incluye la crisis de 2008-2009, donde precisamente, la creación de nuevos productos y servicios financieros ha mostrado que sus ideas no estaban tan alejadas de la realidad, provocando una nueva modalidad de crisis financieras producidas desde el sistema financiero mismo.

La respuesta, ahora viene, no desde el campo de la sociología, sino desde uno de sus principales practitioners del mercado como George Soros.

En noviembre de 2018 Soros se presenta ante el Comité de Supervisión y Gobierno de la Cámara de Representantes de EE. UU., con los siguientes argumentos:

“La crisis fue provocada por el mismo Sistema Financieros derivado de sus teorías y enfoques de regulación que asumen que los mercados se autorregulan.” (Soros,2018, pág. 1)

El punto de vista de la “reflexibilidad” propuesto desde 1990 se pone de manifiesto nuevamente y coloca en el centro de la discusión el llamado riesgo de modelo (aunque no sea empleado así por Soros).

La reflexividad, para el señor Soros, consiste en que los mercados financieros no reflejan exactamente las condiciones prevalecientes y proveen un cuadro sesgado y distorsionado a los participantes, ese punto de vista se mantiene entre los participantes y se expresa cuando los precios pueden, bajo determinadas condiciones, afectar los así llamados “fundamentos” que se supone deben estar detrás de los precios de mercado (Soros, 2018).

Usualmente habría una corrección, pero en este caso señala Soros, el proceso reflexivo refuerza esta interpretación y aleja al sistema de la posible corrección. Los productos y servicios financieros creados pueden reforzar este proceso hasta que se vuelve insostenible (Soros, 2018).

En el boom, el fuerte incremento de los precios de los activos puede estar soportado por una gran cantidad y expansión del crédito, hasta que ese activo, que sirve como colateral, revierte su precio. Los productos derivados asociados a esta expansión del crédito inician llamadas de margen, colapsando el mercado.

Esto es lo que se conoce como una burbuja; su aparición siempre involucra una fuerte expansión del crédito. “El asunto alarmante, es que el mercado financiero es propenso a producir estas burbujas” (Soros, 2018, pág. 5).

Este fenómeno de reflexibilidad también existe entre los participantes y los reguladores. El error de interpretación lleva a pensar, desde un punto de vista teórico, que los mercados se autorregulan. Sin embargo, en un contexto de globalización, la desregulación financiera solo ha servido a los intereses del capital financiero.

En palabras del Sr, Soros:

Siempre que una crisis amenaza la prosperidad de los Estados Unidos, las autoridades intervienen encontrando maneras para que las instituciones que fallan se fusionen con otras y los provea recursos y apoyos fiscales. Así pues, las crisis periódicas han servido, en efecto, como una prueba exitosa que refuerza tanto la tendencia subyacente de una expansión crediticia cada vez mayor, con la mala interpretación prevaleciente que el mercado financiero deberá dejarse a sus propios medios para regularse. (Soros, 2018, pág. 7)

Los avances en la ingeniería financiera involucran la creación de instrumentos altamente sofisticados, o derivados, para apalancar el crédito y administrar riesgos que permiten incrementar las ganancias potenciales. Esta ingeniería ha alcanzado tales niveles de complejidad que los reguladores no pudieron calcular los riesgos y confiaron en los modelos de administración de riesgos de las propias instituciones.

El riesgo del modelo, en el sentido antes expuesto por Izquierdo, vuelve a ponerse de manifiesto: “Las técnicas de la innovación de los instrumentos financieros y la administración de riesgos estuvieron basadas en la falsa premisa que, en los mercados, las desviaciones de la media ocurren de manera aleatoria” (Soros, 2018). Sin embargo, el incremento de la ingeniería financiera puede poner en movimiento un proceso de alza y caída estrepitosa.

La teoría financiera fue usada para establecer modelos matemáticos para calcular el riesgo y convertir canastas de hipotecas en valores comerciables en las Bolsas, como si fueran instrumento de deuda. La excesiva confianza en los modelos matemáticos ha hecho bastante daño a la economía, señala Soros.

El riesgo de modelo reaparece con mayor fuerza, dejando en claro que la autorregulación con “modelos internos”, como se propuso desde los primeros acuerdos de Basilea, basados solo en la fijación de estándares para la modelización del riesgo, no han sido suficientes.

Por lo anterior, la regulación deberá considerar medidas prudenciales para cuidar una expansión del crédito en el momento que ocurra, pues el manejo de política monetaria por si misma resulta ineficaz en medio de una fuerte innovación y desregulación financiera.

En conclusión, la gestión de riesgo es reconocida como una de las fuerzas más importantes en los mercados financieros. Por ejemplo, vemos el enorme desarrollo en el mercado de derivados de crédito que operan como un seguro ante el incumplimiento de pagos. Esto implica recibir un pago por asumir el riesgo crédito en una inversión. Estos derivados, son usados eficientemente por los bancos, fondos de cobertura o inversionistas institucionales, pero también dichos instrumentos fueron quienes propiciaron la desestabilización de las instituciones en la crisis 2007-2008.

Existe siempre la preocupación de que las fallas del gobierno corporativo y comportamiento en “manada” terminen aumentando la volatilidad en los merados.

Es importante entender, que cada instrumento financiero que permite a una empresa transferir riesgos, también permite que otras asuman ese riesgo como contraparte en el mismo mercado.

REFERENCIAS

Izquierdo, J. (2000). Modelos estadísticos del riesgo y riesgo de los modelos estadísticos. Empiria: Revista de metodología de las ciencias sociales, no. 3, pp. 10-130.

Soros, G. (2018). The New Paradigm for Financial Markets. USA: Public Affairs.

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